miércoles, 8 de julio de 2020

el último poema (44): wuhan (se contagiaron) o el último mono


Releo (es rito) Mono, de Marco Antonio Raya, y me estrello, página 38, contra ese topónimo que hoy besa (sin mascarilla) el verbo maldito: «Wuhan. Se contagiaron...».

¡Bum!


El poemario es tremendo: memorial de horrores del monstruo Humanidad: mono feroz o atroz (según las circunstancias que, con un palo, golpeen su jaula): último mono que, de pronto, se halla en el espejo turbio, fracturado, catártico del poema.

Poemario y poema llevan cuatro años en mi mesilla de noche (es rito: rito poético: grito-susurro contra la nada: memento mori para tomar el pulso: inspiración-arma de destrucción sacra: perpetuum mobile del alma en calma).

Cuatro años y en la enésima relectura, en plena pandemia, aún agazapados en la cabaña-búnker...

¡Crac!

El poema.

«Wuhan. Se contagiaron...».

Súbitamente, en noche oscura, un eco del futuro desde un presente herido por el pasado.

La desgarradura del tiempo en el acorde último de las flautas.

La quietud del estanque perturbada por cuerpos extraños cayendo a plomo.

Palabras lanzadas por un niño muerto que se atreve, en la pureza de su limbo, a señalar al hombre disfrazado de Dios.

El estremecimiento ante el poder visionario del símbolo en llamas.

El significante-semilla: metáfora al viento.

La imagen apocalíptica: el Apocalipsis o la imaginación.

Y su terrible belleza.

Y su terrible ahora.

Todo roto a la perfección.

El poema otra vez: ad infinitum («Con una admirable capacidad / de convertirse en emboscada»).

_ _ _

WUHAN

Se contagiaron boqueando contra dos peces,
saltando de sombra en sombra.
Se habían cegado con pequeños bastones
o eran sus dedos, o eran agujas y larvas.

Anduvieron los días, esquivaron los horrores.
Perdieron el cabello, los nudos de la piel.
Las culebras acamparon
en los pequeños caparazones de sus cuerpos.

Según se mirase, el tiempo corría herido
como un niño por la boca del flautista,
mientras aullaba en su cama de rosas
la magnitud insoportable del destrozo.

Esta ciudad ardía en silencio.
Con una admirable capacidad
de convertirse en emboscada.

Marco Antonio Raya: MONO.
(La Garúa poesía, Barcelona, 2016) 



Postdata: Y está en la parte dos: «CRECER».