el cuerpo de una mujer
para que llegara a tu delirio
justo después del toque de la séptima trompeta?
Después de haber visto
la destrucción de la tierra
la guerra de los elementos
las más maravillosas catástrofes
las escenas que en cualquier hombre causarían la sublimidad del pánico
tú, hombre de fe,
viste una mujer coronada de estrellas.
Pero tus ojos
ciegos después de haber contemplado
sol luna mujer y monstruo en un mismo cielo
sólo supieron relatar tinieblas:
Una madre expropiada del producto de su vientre
desterrada en el desierto.
¿Para eso la hiciste descender de los cielos
para arrojarla a la más pérfida de las soledades?
De seguro
ella hubiera preferido
que alguna de las siete lenguas
del dragón de las siete cabezas
la hubiera alcanzado
para espolvorearse con libertad
como la ceniza
y andar de aquí para allá,
sola, en pedacitos
y no sufrir esa tremenda soledad
de cuerpo completo,
de vientre vaciado.
¿Sólo para eso el cuerpo de la mujer
para que descubra el milagro de la luz al varón?
Héroe insensible y egoísta
la salvas de la muerte
para entregarla a un letargo
a esa otra muerte de bebé probeta
de inseminación artificial.
Juan, cuéntame,
¿a eso te referías cuando hablabas de Apocalipsis?
(Miriam Reyes: Espejo negro.
DVD, Barcelona, 2001)
DVD, Barcelona, 2001)