lunes, 31 de agosto de 2009

la mano muerta

Yo busco una mano desesperadamente. Imitada sin fortuna en mármoles, ceras y bronces. Una mano lívida, fría, yerta. Que descorra las cortinas de mi alcoba, que guíe mis deslucidos pasos, que quiebre en el aire, entre sus dedos dulces, saetas enemigas, que se apoye en mis peores horas sobre mis desvelados hombros.

Una mano pálida, fina y trágica. Una mano recién mutilada. Aún anillados sus dedos y rojas aún y espejeantes sus uñas. Una mano de novia que se ha querido hace ya mucho tiempo. Una mano que ha olvidado ya la caricia del guante. La que me cierre un día los ojos que no podrá la muerte cerrarme; ni mis amigos más fieles, ni mis padres, ni mis hijos, ni mis hermanos. Sino sólo tú, mano de muerta, errante; mano de mis sueños del alba, mano que espera, como una estrella de mi alma, mi cuerpo.

Yo conozco una mano pero no es ésa.

Yo conozco una tibia mano, una mano rosada y blanda. Para mis labios, para mis manos y para mi cuello. Para mis noches de amor, en torno a mi cabeza o sobre mi espalda.

Pero no es ésa.

Yo busco otra mano. Ala de mis pies. Apaciguadora de mis ansias. La que se apoye sobre mi hombro sólo y deshaga mis postreros quebrantos.

La que cierre mis ojos y vista mi cuerpo muerto y preceda mi entierro.

Una mano mutilada y única. Pálida, fría.

Una mano olvidada ya de que fue mano de amante.

Una mano angustiosamente blanca.

(Agustín Espinosa: Crimen)

jueves, 27 de agosto de 2009

bajo la araucaria


deseo tener el pelo corto
como un niño
y ser hermosa
como una mujer hermosa

deseo ser octubre con charcos
y pájaros en las antenas

deseo ser un loco bueno

deseo no pensar
como no piensa un loco bueno
agarrado al tronco de un árbol

(Isabel Bono)

miércoles, 26 de agosto de 2009

el último poema (10): peiu yávorov


Shakespeariano final para la turbadora voz de este poeta búlgaro, hijo de campesinos, autodidacta, guerrillero y bibliotecario.

Nace en 1878, año de la liberación de Bulgaria tras cinco siglos de ocupación turca. Su poesía clava raíces en la tierra árida de su tiempo, donde ha desaparecido todo signo de expresión literaria salvo las canciones populares, y brota como extraña rosaleda de belleza y dolor:

Y ante mí te detendrás,
en las estrellas, resplandecientes, incomprensibles,

en las flores, serás secreta, aromática…
[…]

Ante mí, ángel, te presentarás
¡oh felicidad y alegría!

¡oh felicidad y eterna alegría,

Como un vampiro sobre mí te detendrás,
¡oh felicidad y tristeza!
¡oh felicidad y tristeza, y desgracia!

Tras luchar contra las tropas turcas, aún asentadas en Macedonia en 1902, viaja por Europa y conoce la poesía de vanguardia; pero su canto permanece intacto: parace surgir de una íntima y pura nada. Su fuente es el sufrimiento nato del creador:

Y busco. En el sufrimiento la vida se agota
en busca acaso del sufrimiento mismo.


Desgarradamente paradójico, vivazmente contradictorio; enmarañadas en un torbellino lacerante, luz y oscuridad revuelven su vida y verso:

Yo no vivo: yo ardo. Inconciliables
dos almas rivalizan en mi pecho:
un alma de ángel y otra de demonio. En mí

respiran fuego y su ardor me abrasa.


Y arden las dos con llamas, donde toco

aun en la piedra, oigo latir ambos corazones…

Siempre los dos, en todos sitios, obsesivamente
con rostros enemigos se consumen hasta hacerme brasas.


Detrás de mí el viento, a donde vaya,

mis huellas con ceniza cubrirá. ¿Quién podrá conocerlas?

Solitario, yo no vivo, ¡ardo!, y mi rastro
será ceniza en el sombrío infinito.


El 30 de noviembre de 1913, pacta un ritual de suicidio en pareja con su esposa Lora Karavélova, mujer de extraordinaria belleza (Alma en el alma del mundo, / tú, sangrienta flor del amor). Yávorov, juguete roto del destino, pierde la vista a consecuencia de las heridas y es acusado, además, de provocar la muerte de Lora.

Un año más tarde, en Sofía, a la edad de treinta y seis, Peiu Yávorov consuma el letal matrimonio reuniéndose con Lora en el infierno de los suicidados. Esta vez apuntala su muerte con veneno y un tiro en la sien:

No tengo por qué esperar a arruinarme hasta el punto de convertirme en un mendigo o ir al manicomio. Sed fuertes como yo. Nada puede volver.

lunes, 24 de agosto de 2009

piedras invisibles


Levantas la piedra
donde estaba el poema.

Una primera estrella empieza a brillar.

De pronto el cielo
entero se desgarra: polvo de palabras
montón de piedras minúsculas
que suben la montaña.

Ves el árbol
y la hoja y la yema
-todas las cosas que aún nunca
habías visto.

(Hélène Dorion)

tour de fórceps


fue inadmisible tu descuido: es inadmisible tu "descuido flotante": ¿acaso esas líneas de niñas fósiles (de tus líneas fósiles) no debieron preservarse? De mis ataques continuos y de la discontinua depredación. Tortugas que recién nacidas van ciegas a incrustarse en esa noche barroca: el mar; a pocos metros del mar se arrastran por la arena húmeda en huida precoz y neonatal. Vocecillas cocleares, sílabas de obscenidad marina, niños con peces-martillo y faunos con patas de conchas las esperan para "reventarlas".

(Arturo Carrera)

nictógrafo


Día afortunado en materia de invenciones. Deseaba desde hace mucho tiempo tomar notas en la oscuridad, sin tener que levantarme y encender una lámpara. Probé escribir sobre losanges de cartón pero el resultado es generalmente ilegible. Hoy concebí la idea de utilizar una serie de cuadros de papel, y establecer un alfabeto en el que cada letra podría estar compuesta de líneas correspondiendo a los lados del cuadrado y puntos correspondiendo a los ángulos. Inventé el alfabeto, y realicé la cuadrícula para dieciséis cuadrados. Eso marcha bien. Llamaré a esta invención el tiflógrafo. [...]

En lugar de "tiflógrafo", adoptaré el nombre de "nictógrafo"...

(Diario de Lewis Carroll)

lunes, 10 de agosto de 2009

el último poema (9): tomás gonzález


Ocurre una mañana de diciembre de 1966: el mismo día en que, veintiséis años atrás, nació, este poeta español se va del mundo.

Regala un ramo de flores y un poema a su madre, abre la ventana y se arroja al vacío.

El poema, tremendo, se convierte en su mensaje póstumo de despedida:

MADRE

Madre,
también yo quisiera ser mujer.
No para imaginarme tu odio
o tu amor, la noria de tu dicha
o el lastre de tu tristeza,
sino para sentir en mi interior 
la necedad terrible de haber traído al mundo
a esta bestia maldita
y perdonarte,
madre.

viernes, 7 de agosto de 2009

el último poema (8): clitie


Ninfa suicida a fuego lento, la hija de Océano y Tetis, llamada también Clitia, Clicie o Clite, despechada, decide morir de inanición y abrasada por los rayos del sol en inmóvil adoración a su infiel amante. El divino Apolo una vez la quiso; pero, caprichoso cual dios, pronto la sustituye en su corazón indomable por su hermana Leucótoe. Desesperada, Clitie se tiende en el suelo con la vista fija en el Sol: desea dejar de existir. Apolo se compadece de ella y la convierte en la flor del heliotropo o girasol. Ovidio, en el Libro Cuarto de las Metamorfosis, canta el poético final de la patética ninfa:

En cuanto a Clitie, aunque el amor podía explicar su dolor, y su dolor la delación, el Sol que transmite la luz no volvió a visitarla, e interrumpió su relación amorosa. Desde entonces la ninfa, que había utilizado el amor de forma tan insensata, empezó a languidecer, incapaz de soportarlo, y permaneció sentada día y noche bajo el cielo, sobre la tierra desnuda, desnudos y despeinados los cabellos. Durante nueve días no probó ni agua ni comida, y ayunó alimentándose tan sólo de rocío y de sus propias lágrimas, sin moverse del suelo: se limitaba a mirar la cara del dios que pasaba, dirigiendo su rostro hacia él. Dicen que sus miembros se adhirieron al suelo, y que la amarillenta palidez de su tez hizo que una parte se convirtiera en hierba reseca; la otra parte es rojiza, y una flor violeta recubre su rostro. Aunque las raíces la retienen, ella se vuelve siempre hacia su amado Sol, y aunque transformada, sigue conservando su amor.

miércoles, 5 de agosto de 2009

simia dei


Un vals tímido en una ciudad extraña
un beso entre los lienzos
un niño a oscuras jugando con haces de luz fatua
el ansia de ansias latiendo el corazón humano
y el cielo cristal ausente a flor de labio
y la fragilidad de la idea hueso
los pterodáctilos de Isla Calavera sobrevolando
tus facciones desdibujadas un disparo
en el lomo de tu perro-ángel guardián
el degradado ácido del color deseo
mi esternón domado batuta de tu concierto
la soledad babosa en la mejilla bebiendo ojo
un vals eléctrico una tarantela espasmos
en la ciudad sin lienzos un niño oscuro
tu esternón alado
ansia de ansias corazón de humo
la batuta de mi desconcierto
y el hueso roto
y el rey Kong enjaulado a la deriva
ya sin vírgenes sin selva
sin corona inmenso
gorila ficticio en alta mar
en sendas esquinas la tormenta y el volcán
en otra océano con máscara de infierno
en la cuarta está el hombre
y en el suelo perdida entre cadenas
tu mirada hueca de mona de Dios.