viernes, 7 de agosto de 2009
el último poema (8): clitie
Ninfa suicida a fuego lento, la hija de Océano y Tetis, llamada también Clitia, Clicie o Clite, despechada, decide morir de inanición y abrasada por los rayos del sol en inmóvil adoración a su infiel amante. El divino Apolo una vez la quiso; pero, caprichoso cual dios, pronto la sustituye en su corazón indomable por su hermana Leucótoe. Desesperada, Clitie se tiende en el suelo con la vista fija en el Sol: desea dejar de existir. Apolo se compadece de ella y la convierte en la flor del heliotropo o girasol. Ovidio, en el Libro Cuarto de las Metamorfosis, canta el poético final de la patética ninfa:
En cuanto a Clitie, aunque el amor podía explicar su dolor, y su dolor la delación, el Sol que transmite la luz no volvió a visitarla, e interrumpió su relación amorosa. Desde entonces la ninfa, que había utilizado el amor de forma tan insensata, empezó a languidecer, incapaz de soportarlo, y permaneció sentada día y noche bajo el cielo, sobre la tierra desnuda, desnudos y despeinados los cabellos. Durante nueve días no probó ni agua ni comida, y ayunó alimentándose tan sólo de rocío y de sus propias lágrimas, sin moverse del suelo: se limitaba a mirar la cara del dios que pasaba, dirigiendo su rostro hacia él. Dicen que sus miembros se adhirieron al suelo, y que la amarillenta palidez de su tez hizo que una parte se convirtiera en hierba reseca; la otra parte es rojiza, y una flor violeta recubre su rostro. Aunque las raíces la retienen, ella se vuelve siempre hacia su amado Sol, y aunque transformada, sigue conservando su amor.
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