Una extraña que anda mal de la cabeza ha venido
a compartir mi cuarto en esta casa,
una muchacha loca como los pájaros
traba la puerta de la noche con sus brazos, sus
plumas,
ceñida en la cama revuelta alucina con nubes
penetrantes.
Libre como los muertos
cabalga los océanos imaginarios del pabellón
de hombres.
Ha llegado posesa por los cielos.
Ella duerme en el canal estrecho,
desvaría a gusto
sobre las mesas del manicomio
adelgazadas por mis lágimas.
Y tomado por la luz de sus brazos, al fin,
mi Dios, al fin
puedo yo de verdad
soportar la primera visión que incendia las estrellas.
(Dylan Thomas)
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