a placer, viejos zorros plateados.
Os esconderemos en un espléndido palacio
con vino, comida, buenas camas y hoguera
siempre que negociéis y renegociéis
las vidas de nuestros hijos y de los vuestros.
Que toda la sabiduría del universo
converja para bendecir vuestras mentes
y os guíe en el laberinto.
Mas fuera, en el frío, os esperamos,
el ejército de quienes morimos en vano,
nosotros, los del Marne y de Montecassino,
los de Treblinka, Dresde e Hiroshima:
y nos acompañan
los leprosos y tracomatosos,
los desaparecidos de Buenos Aires,
los muertos de Camboya y los moribundos de Etiopía,
los comerciantes de Praga,
los desangrados de Calcuta,
los inocentes masacrados en Bolonia.
Pobres de vosotros si al salir no estáis de acuerdo:
seréis estrujados en nuestro abrazo.
Somos invencibles porque somos los vencidos.
Invulnerables por caídos:
nosotros nos reímos de vuestros misiles.
Sentaos y negociad
hasta que se os seque la lengua:
si sobrevivís al daño y la vergüenza
os hundiremos en nuestra putrefacción.
(Primo Levi, 14 gennaio 1985)
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