Ayer abrí la ventana del baño y la luz vespertina entró clara y limpia. Me quité los zapatos y los puse a ventilarse sobre el alféizar, con las puntas un poco en el aire, hacia el interior del baño. Luego me olvidé de que estaban allí, fui a lavarme y cuando me di la vuelta hacia la ventana, sentí pánico al ver los zapatos vacíos allí detenidos, como si nadie estuviese entrando por la ventana.(Werner Herzog: Conquista de lo inútil.
Blackie Books, 2010)
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