jueves, 16 de julio de 2009

el último poema (1): costas cariotakis


Poeta griego, gris funcionario, represaliado, nacido en Trípoli (1896). Entre sus libros: El dolor de un hombre y Remedios de los males. Huye de la erudición y el esteticismo en una Grecia desgarrada por las guerras.

Los últimos momentos de la vida de Cariotakis componen un cuadro singular. La tarde del 20 de julio de 1928 se arroja a las aguas del Mediterráneo con la intención de ahogarse. Permanece varias horas intentándolo; pero sus esfuerzos son en vano. Las corrientes lo devuelven con vida a tierra una y otra vez. Se dirige entonces a casa, duerme durante toda la noche, desayuna, se viste su mejor traje, compra una pistola.

Sentado en la terraza de un bar de Prévesa llamado El Jardín Celestial, toma un café y, mientras fuma un cigarrillo, escribe la nota que más tarde será hallada en sus bolsillos:

Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jamás suicidarse tirándose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragué una enormidad de agua y, sin saber cómo, de vez en cuando subía a la superficie. Seguramente alguna vez, cuando tenga oportunidad, describiré las impresiones de un ahogado.

Hacia las cinco de la tarde, después de dar un paseo por la playa, se tiende al pie de un eucalipto y se dispara un tiro en el corazón. Tenía treinta y un años.

Escribe Cariotakis en su poema "Spleen":

...Aquí en una roca nos dejó una noche
la nave que ahora se pierde en el corazón del infinito,

se pierde y nos preguntamos qué somos, qué soy,
si todos nos apagamos, yéndonos tan jóvenes, niños casi.


Niños casi. Niños casi. Suponemos que este "casi" es parte del problema. Duele no poder ser niños siempre. Algún día, todos sin excepción habremos de componer una obra titulada "Impresiones de un ahogado". Es ley.

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