Existe algo de grande y de espantoso en el suicidio. Son muchas las personas que se caen sin peligro porque, como los niños, lo hacen desde demasiado bajo para lastimarse; pero, cuando un gran hombre se estrella, debe venir de muy alto, de cielos en donde quizá haya vislumbrado algún paraíso inaccesible. Implacables deben ser los huracanes que le fuerzan a demandar la paz del alma al cañón de una pistola. ¡Cuántos jóvenes talentos, confinados en una buhardilla, se marchitan y perecen por falta de un amigo, de una mujer que los consuele, en medio de millones de seres, en presencia de una multitud harta de oro, indiferente! Ante semejante idea, el suicidio adquiere proporciones gigantescas. Entre una muerte voluntaria y la fecunda esperanza cuya voz llamara a un joven a París, sólo Dios sabe cuántas ideas, poesías abandonadas, desesperaciones, gritos ahogados, tentativas inútiles y obras maestras abortadas chocan entre sí. Cada suicidio es un sublime poema de melancolía. ¿Dónde encontraréis, en el océano de las literaturas, un libro flotante que pueda luchar en genio con esta gacetilla: «Ayer, a las cuatro, una muchacha se arrojó al Sena desde lo alto del Puente de las Artes.»?
Ante tal laconismo parisino, todo palidece: dramas, novelas, incluso ese antiguo frontispicio: «Las lamentaciones del glorioso rey de Kaërnavan, encarcelado por sus hijos», último fragmento de un libro perdido, que hacía llorar a Sterne –el mismo que tenía abandonados a su mujer y sus hijos.
(Honoré de Balzac: La piel de zapa, 1831)
3 comentarios:
Sublime
¿Y si el suicidio consistiese en ver a Belén Esteban en la tele los viernes por la noche y un tiro fuese la puerta a un mundo de placeres líquidos? Lo mismo es un secreto que se transmiten de padres a hijos los iniciados en una misteriosa secta bajomedieval... Voy a ver si Dan Brown ha escrito algo sobre esto y lo leo el próximo viernes.
Jjjj! Ya puestos con los suicidios "literarios":
Una garrafa de absenta, la pistola de Larra, la obra completa de Leopardi, los "Cantos de Maldoror"... y "Debajo del olivo", de Azúcar Moreno, "AD INFINITUM".
Aunque a lo David Carradine también debe molar: pura poesía...
Saludos, arahalenses (y paradeños, moronenses, linenses en el exilio, etc.)!!
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