Un niño sale por una boca de metro procurando que la brisa no penetre por el cuello de su anorak. Tiene en cuenta esa vía y la tapona de un modo comedido y elegante por lo que pudiera ocurrirle. Se protege del resfriado como lo haría un catedrático, con un signo de prudencia muy técnico, muy fino. «Soy un niño, pero nunca se sabe. No hay que jugar con las corrientes de aire».
(Miguel Noguera: Ultraviolencia.
Blackie Books, Barcelona, 2011)
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