lleva los añicos azules bajo la camisa.
Lleva los añicos del mundo en una cinta.
Sabe las palabras, pero sólo sonríe.
Mezcla su sonrisa con la copa de vino:
debes beberla para estar en el mundo.
Tú eres la imagen que le muestran los añicos
cuando se inclina pensativa sobre la vida.
(Paul Celan: Amapola y memoria)
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