jueves, 24 de octubre de 2013

el último poema (35): suicidas a los doce

Y desnudos al amanecer los encontraron.

Llegaron con el sol las moscas a morder y desovar en la carne dormida.

Cabe toda la muerte en el cuerpo más pequeño, cabe todo el amor en su corazón de paloma, todo el grito en su boca no saciada, todo el odio en su cerebro despierto, todo el deseo en sus manos inquietas.

Ninguna nota dejaron: para qué decir adiós a los cadáveres.

Llegaron con el sol las moscas, a morder y desovar en la carne dormida; las moscas, los periodistas, los curiosos, la policía, yo mismo, nadie.

Temblad cuando los niños dejan de ser hombres secretos.

Todo poema corre el riesgo de carecer de sentido. Arrodillaos. Dos dioses han muerto en holocausto.

(José Ignacio Serra: El libro quemado)

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