que irrumpe sin savia y sin calor:
en el tallo que crece áspero, hirsuto,
brota una semilla, pero no se abre la flor.
Nunca vi una estrella tan esquiva:
encerrada entre tinieblas, jamás arderá.
En mi regazo, agrias lágrimas:
nací apenas para morir.
Acabará mi estéril historia
que se liga a sí misma por dentro:
la vida, el nombre, mi memoria
grabados en la hondonada del olvido.
(Anónimo quechua)
1 comentario:
La miseria es también para maravillarnos de lo prolífico. Saludos, gracias por compartir.
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