domingo, 7 de septiembre de 2008

oscuras


Introduzco el brazo en el bosque y un silencio de seres vivos trepa por él hasta mi hombro. Cuando vayas al carnicero, dile que te corte por aquí, por aquí, por aquí... Escucho un navajazo de luz que siega el trapecio. Mi lengua cae pétrea en un vaso de cristal. Quema el burbujeo de mentes en mi estómago. Esparrancado me siento sobre el nido del avestruz, entre cascarones vacíos. Aguardo a que la lava se quede quieta y fría: hablo con el muñeco resultante que dice ser mi alma. Dicta. Escribo a oscuras y muerto de sueño. El desierto llueve en esos ojos que no sé si duermen ya o estoy despierto. Soy tu pesadilla.