jueves, 7 de julio de 2016

fuego a discreción

EL SER HUMANO es una superposición de círculos viciosos. El gran secreto es que giran sobre sí mismos. Pero los centros de estos círculos están igualmente situados sobre un círculo: el hombre sale del último para entrar en el primero. Esta revolución no pasa desapercibida a los sabios. Sólo ellos escapan al remolino y, abandonándolo, lo contemplan* —Armonía de las esferas, cósmica de los corazones, astros-dioses del pensamiento, ardientes sistemas forjados de carne en carne, ya que este sufrimiento es el abandono de una carne ya sea roja de sangre, anaranjada de sueño o amarilla de meditación; los astrolabios que atraviesan el corazón calentados al rojo, lejos de las trampas basculantes, bajo las escaleras del demonio, y el aire fresco que ya se espesa en el fango. La trayectoria real del acero celeste a través de la garganta mientras los hombres de abajo se aplican en estornudar— puesto que todo se ve desde arriba, y todo es cierto de mil maneras, pero todas estas formas de comprender no tienen valor sino reunidas, en un solo bloque, Dios blanquinegro, cebra celeste y más rápida. ¡Oh! Dime: ¿Los salvajes no han elevado nunca, en el bosque virgen, la monstruosa estatua de la Cebra-dios? Dios de todas las contradicciones resueltas en cuatro labios: aunque este ya no es el problema, el impulso está dado y el mundo se derrumba, y la luz ya no tiene necesidad de prismas para dispersarse, y todo lo real cambia inalterable —choques de palabras, locura inevitable del discurso humano, choque-cólera lanzando sus gritos, sus falsas esperanzas—, estafa de Prometeo. ¡Tan bello! Prometeo, victoria jadeante sumisa a lenguas de fuego, con la corona giratoria de los soles, los pequeños aliados de los hombres. PERO LOS GRANDES ANTISOLES NEGROS, POZOS DE VERDAD EN LA TRAMA ESENCIAL, VAN Y VIENEN EN LA CORTINA GRIS DEL CIELO CURVO Y SE ASPIRAN LOS UNOS A LOS OTROS, Y LOS HOMBRES LOS LLAMAN AUSENCIAS. ¿Quién les enseña aquello que es el ser, eso que ellos no alcanzan a pensar más que como no-ser a su medida? Sometidos a lenguas de fuego, volved vuestro rostro hacia las llamas, hacia el beso divino que os arrancará los dientes de un solo golpe.

(René Daumal: 
El Gran Juego. Revelación-Revolución. 
Pepitas de calabaza ed., 2016)
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* Es a partir de este punto del texto que, por suerte, dejo de poseerme.