martes, 30 de diciembre de 2014

oración

Dios, somos débiles.

Quizá porque el yunque
sobre el que nos forjaste
fue demasiado blando.
Quizá porque nos elegiste distraído,
o porque confiabas demasiado
en el hierro famoso de nuestra fe.

Dios, nos cansa la pureza
y extrañamos siquiera el marfil
de un colmillo.

Al fin y al cabo somos
hijos, nietos, bisnietos de animales,
milnietos de piedras.

Dios, Tú no lo sabes:
la materia es tenaz.

No nos dijiste que ibas a abrigarnos con ella,
que ibas a desovarnos en seno de mujer.
Que ibas a resumirnos en sentidos
con los que no podemos sentirte,
que nos darías por bastón la razón,
con el que estamos ciegos
si vamos hacia Ti.

Tampoco nos dijiste, Dios,
que ibas a partirnos en pronombres.

Por eso amamos
la simetría de la naturaleza,
la pareja, el espejo,
ecos de la explosión de la Unidad,
que no nos bastan
para reconstruirla.

Dios, nos aburre la verdad,
no nos conmueve sino el beneficio.
Dentro de nosotros
hay una burbuja vacía de desaliento,
y más honda,
una veta de pura maldad.

Dios, aquí
la certeza está oculta
por el velo de una realidad
minuciosa hasta el vértigo.

En donde estamos
los sueños son opacos,
los muertos, invisibles.
La filacteria de ADN
de los santos que te conocieron
no registró Tu soplo
para sus descendientes.
El instinto,
que empuja en cada indecisión,
no nos habla de Ti.
debemos inventar tu anhelo y tu figura
cada generación
y cada hombre.

Pero, Dios, ¿esta lejanía
también eres Tú?

Eres Tú,
porque nada más hay.

Entonces ¿por qué permites
que persevere en la iniquidad?
¿Es necesaria tanta oscuridad
para que la semilla
del bien
suplique abrirse?

¿No le sobra luz a tus estrellas,
o a alguna lamparilla encendida
ante cualquiera de tus nombres
para mí,
que he rezado a todos?

La última gota del deshielo
atraviesa pedregales
y colorea la única brizna de hierba
que le aguardaba.

Tú, en tantas formas has escrito: «Confía».

Pero he confiado
en mí en vez de en Ti,
he sido lento como raíz para la piedad,
raudo como torrente para el vicio.

Y aun así, dime, Dios:
soy
agua inmunda
¿pero de Tu mar?
Soy
chancro pestilente,
¿pero de Tus perros?

Dios, si acude
la gravedad
ávida a arrancar
de lo alto
todo aquello que cae,
y vence más violenta
al hierro que a la seda
¿no me has de arrastrar Tú
así,
hacia Ti,
sol del espíritu?

Sí.
Y con más fuerza.

(José María Parreño: Pornografía para insectos.
Pre-Textos, Valencia, 2014)

domingo, 21 de diciembre de 2014

soy teresa wilms montt

Soy Teresa Wilms Montt... y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.

Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.

Cuando me dejaron sola, di compañía.

Cuando quisieron matarme, di vida.

Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.

Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.

Cuando trataron de callarme, grité.

Cuando me golpearon, contesté.

Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.

Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.

Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas.

(Teresa Wilms Montt)

viernes, 7 de noviembre de 2014

lo que esperamos

TARDARÁ, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la seña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad,
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
no cajas de caudales,
ni perchas desoladas,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo tierra.

Y entonces
¡Ah! ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía,
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

(Oliverio Girondo)

viernes, 10 de octubre de 2014

670

No hay que ser casa para tener fantasmas
ni cuarto cerrado:
el cerebro es un laberinto habitado
más allá del mundo material.

Más seguras son las citas a medianoche
con espectros de carne y hueso
que el íntimo encuentro
con tu huésped gélido.

Más seguro es profanar el santuario
bajo una lluvia de piedras galopando
que encontrarse a sí mismo desarmado
en un lugar solitario.

El yo que acecha oculto tras el yo
debe asustarnos mucho más;
un asesino escondido en nuestro hogar
no entraña mayor horror.

Toma el cuerpo un revólver
y se atrinchera tras cien candados
ignorando a un ente superior
(o Algo peor).

(Emily Dickinson:
Poemas, 1955, traducción-perversión)

martes, 30 de septiembre de 2014

ni el espacio

... ni el espacio
ni la posibilidad,
yo no sabía exactamente qué era,
y no experimentaba la necesidad de pensarlo;
eran palabras
inventadas para definir cosas
que existían
o no existían
frente a
la urgencia apremiante
de una necesidad:
la de suprimir la idea,
la idea y su mito
y de hacer reinar en su lugar
la manifestación tronante
de esta explosiva necesidad:
dilatar el cuerpo de mi noche eterna,
de la nada interna
de mi yo
que es noche
nada,
irreflexión,
pero que es explosiva afirmación
de que hay
algo
a lo cual ceder lugar:
mi cuerpo.

(Antonin Artaud:
Para terminar con el juicio de Dios)

lunes, 29 de septiembre de 2014

si uno pudiera probar solamente su nada...

Si uno pudiera probar solamente su nada, si uno pudiera reposar en su nada y que esa nada no fuera una cierta forma de ser, pero tampoco la muerte total.

Es tan duro dejar de existir, dejar de estar dentro de algo. El verdadero dolor es sentir cómo se desplaza nuestro pensamiento en uno mismo. Pero el pensamiento como un punto no es seguramente un sufrimiento.

Estoy en el instante en que no me aferro más a la vida, pero llevo conmigo todos los apetitos y las insistentes titilaciones del ser. No tengo más que una ocupación: volverme a hacer.

(Antonin Artaud: El pesa-nervios.
Visor, 2002)

viernes, 12 de septiembre de 2014

el último poema (40): último de póstumo

XVIII

REPETIRSE le da a todo un ritmo de río de Caronte
Mientras cae el equilibrista otra vez sobre la página
Porque mi frente nada amigo sabe sobre mí
Los hombres son solo silencio lector
Aportan esperma para borrar la página
Para borrar el rastro de luz negra, avinatada, que cae
Sobre los renglones como arrugas
Tinta roja para escribir sobre el crepúsculo
Menstrua de los filósofos
Azúcar de la herida toda que borra el verso
Como una sirena contra la manifestación de paquidermos
Ya los pájaros comen de mi boca
Como si estuviera por fin solo
Colgado del último verso.

(Leopoldo María Panero: Rosa enferma.
Huerga & Fierro, 2014)

sábado, 21 de junio de 2014

solo el vencejo ungido por el viento

(canto antimonárquico para mi rey)

Yo no quiero que mi hijo
sea súbdito de nadie
más que de su corazón
esa bestia de sangre azul
             propia sola utópica
coronada por la luz
y la sombra de la sospecha.

Al compás del himno silencioso
quiero que desfiles
Ulises
por gracia divina de tus pasos
sobre la arena caliente hacia el palacio
secreto de tu mar adentro.

Llegará el día llegará la noche
predicarán la salmodia de los elegidos
                       te dirán
duerme tranquilo
te dirán el destino está escrito
en el cielo en el cieno
en la ínfula y el cetro
en los maravillosos talones
                 de unas cuantas hadas
ni beso ni palabra mágica
ni siete parpadeos
ni escarbar muy profundo
                 en la seca hojarasca
te harán falta
para descubrir del cuento
lo siniestro.

Yo quiero
que mi hijo
yo quiero que tú
Ulises
seas libre
      de ver de partir de volver
cuando te lo pida el cuerpo
en su solio de huesos
cuando en ti gobierne la real gana
tu corazón entraña el misterio
de tu mente alada.

Ten en cuenta que solo las estrellas
que lejanas brillan
o moribundas o muertas
en simétrico caos con la danza de tu ausencia
de tu majestuosa dinastía
serán las únicas herederas.

Eres
rey de tu isla
monarca absoluto
de esta bella anarquía
tu blasón
        la palabra vida
del príncipe nublo
tienes la llama
si te sientes destronado
no hay señorío que valga
más que el del centauro trotando
cabalgándose a rienda suelta
galopando
            galopando
ya sin tocar siquiera la piedra y la jara
del vasto imperio de tu alma.

jueves, 3 de abril de 2014

el último poema (39): elegía a leopoldo maría panero

Llevo días y días intentando digerir la muerte del poeta no vivo, oliscando el enigma del cadáver que, según informan, calla en tu nombre; desentrañando tu maquiavélica ausencia. Llevo noches escuchando el martilleo de la máquina de escribir en mi cabeza, buscando metáforas para ataviar esa literalidad insoportable, descabellada; escuchando el chirrido de trapecios, los atletas en el circo de mi alma, de un lado a otro, bromeando... Mi alma. Mi alma. Llevo siglos, segundos, eones. Un instante disecado en la balaustrada del balcón, una eternidad trinada por el ojo del culo de la vieja. No sé. No soy. El tiempo ha sido aniquilado aquí, en el descalabro de mi sesera.

Sin embargo, la gran araña cibernética tejió ya su tela dentro de tu nariz rota. Mañana has muerto y el error se multiplicó. Mala memoria infinita. Espejo en el espejo. Chatarra sobre chatarra. Pamplina cuántica. Y los gatitos y simios se quedarán cantando. Sumidero esquizofrénico de sombras efímeras. Hastío y vértigo. La banalización de la nada, prostitución de todo. El signo del mamífero araña, ensimismado en su arañazo.

Se acabó tu cuerpo. Se acabaron las cucamonas contra la vida. Se acabaron las volteretas en la jaula de titíes. Se acabó tu cuerpo y la conclusión cuelga floja de tu pantalón. Te orinas en los pilares de la sociedad con la sonrisa cedida del guardián del aliento. Lamed Wufnik incontinente. He visto la fotografía: un clic basta para acceder a tu álbum de máscaras resquebrajadas. Una nueva arruga. Como en un cine desesperado. Se acabó tu boca y queda la mala baba de los Otros, los Normales, los cacorros no beodos, derramándola sobre su propia lengua viperina. Derramándose bobos. Verf barrabum qué espuma…

Porque se diría que ya no estorbas a las bellas durmientes ni a los príncipes mongólicos. Se diría que has muerto y eres alguien. Los editores se frotan las patitas pensando en tus completas y tus inéditos y tus inmortales. Por fin. Ángel exterminador de bolsillo. Sangre para el secarral de vampiros que llaman España. Los dinosaurios de la violeta que ayer te ninguneaban respiran hoy tranquilos camino de la extinción. Brindan por ti en sus mentideros, por tu destrucción definitiva. Recitan tus calamidades. Te nombran, a título póstumo, loco oficial, poeta maldito, fantasma favorito del régimen de bárbaros, premio honorífico de la mierda. Ahuecan sus plumíferos almohadones en sus nichos de terciopelo.

Y ya pueden especular sin miedo a tus ojos de vidrio; ya pueden los medios dilucidar sobre tu demencia, demonios, desencantos, monstruos, familia. Bazar del espanto. El abismo que de tanto mentarlo es letra del tesoro (ya delimitaron su contorno y está en venta el jardín de los cerezos). Ya eres pila donde el suicida lava su pecado, pararrayos de los neuróticos civilizados, muñeca azotada en el escondite de la psique. Y volverán a fumarse tus cigarrillos de boñiga en el París sin el estereoscopio y se beberán tus refrescos del infierno y roerán zanahorias a la luz de sus tumbas. (Un buen día, lo dejo escrito, morirán decapitados de una coz de jirafa terrible).

Todos dormirán mejor sin ti. ¿Y tus versos? ¿También descansarán, liberados de la tortura de choque contra la página en blanco hasta el paroxismo negro? Todos dormiremos mejor. Yo también. Porque desde que robé aquel libro tuyo, hace décadas o un suspiro, supe que el poema es POEMA y sueña con el fin, que es FIN. Crepúsculo activo. Leopoldo María Panero. Y eras suave como el peligro. Panero Blanc. Y la pesadilla literal, acéfala, paranoica del poema nos arrastrará a todos a un agujero llamado Nevermore. Y un día que no existe, cuando despiertes y, de cuajo, tus párpados se abran al peligro de vivir de nuevo, nuestra existencia será extirpada del universo como el sentido ha sido arrancado
de tu último poema.

Y lo bello es residuo impensable de tu pensamiento
rosa humana, sublime, tu cerebro
desnuda persona, primera
persona
persona pers o
nap er s
so n
a

Y dormí como un niño muerto.

Y me olvidé.