sábado, 21 de junio de 2014

solo el vencejo ungido por el viento

(canto antimonárquico para mi rey)

Yo no quiero que mi hijo
sea súbdito de nadie
más que de su corazón
esa bestia de sangre azul
             propia sola utópica
coronada por la luz
y la sombra de la sospecha.

Al compás del himno silencioso
quiero que desfiles
Ulises
por gracia divina de tus pasos
sobre la arena caliente hacia el palacio
secreto de tu mar adentro.

Llegará el día llegará la noche
predicarán la salmodia de los elegidos
                       te dirán
duerme tranquilo
te dirán el destino está escrito
en el cielo en el cieno
en la ínfula y el cetro
en los maravillosos talones
                 de unas cuantas hadas
ni beso ni palabra mágica
ni siete parpadeos
ni escarbar muy profundo
                 en la seca hojarasca
te harán falta
para descubrir del cuento
lo siniestro.

Yo quiero
que mi hijo
yo quiero que tú
Ulises
seas libre
      de ver de partir de volver
cuando te lo pida el cuerpo
en su solio de huesos
cuando en ti gobierne la real gana
tu corazón entraña el misterio
de tu mente alada.

Ten en cuenta que solo las estrellas
que lejanas brillan
o moribundas o muertas
en simétrico caos con la danza de tu ausencia
de tu majestuosa dinastía
serán las únicas herederas.

Eres
rey de tu isla
monarca absoluto
de esta bella anarquía
tu blasón
        la palabra vida
del príncipe nublo
tienes la llama
si te sientes destronado
no hay señorío que valga
más que el del centauro trotando
cabalgándose a rienda suelta
galopando
            galopando
ya sin tocar siquiera la piedra y la jara
del vasto imperio de tu alma.

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