miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡no!


¡Morir!... ¿Dormir?... ¡No!
No quiero que la muerte sea un sueño.
Del sueño se despierta.
Que no entre más el Viento sigiloso
por las narices de mi arcilla, a besarme otra vez.
Los ojos cerrados para siempre.
Quiero un sueño sin sueños... Nada.

(León Felipe)

3 comentarios:

i dijo...

Qué valor querer nada. Yo le tengo pánico a la muerte. Le tengo verdadero terror, lo prometo, y a la vez no soy capaz de creerme ninguno de los cuentos chinos que, a lo largo de la historia, el ser humano se ha ido inventando para digerirla: ni cielos ni reencarnaciones ni espíritus ni nada. Bueno, nada sí. Creo en la nada y me encantaría creer en cielos, en reencarnaciones, en fantasmas...

francisco javier casado dijo...

la posibilidad, aunque remota, de estar en el lugar equivocado 'para siempre'; o de reencarnarse en ese pollito arrastrando un vagón de flores... esas sí que son perspectivas aterradoras... como bien expresa felipe: mejor la nada; o siguiendo a fonollosa:

"Rechaza otro existir, tras consumada / mi ración de este guiso indigerible. / Otra vez, no. Una vez ya es demasiado."

por tanto, por qué temer a nada?

i dijo...

Será que a mí este guiso me encanta. Y que tengo un hambre insaciable, será.