martes, 21 de julio de 2009

el último poema (4): periclís yannópoulos


Este poeta griego (otro más) compone con su muerte voluntaria una de las más bellas y románticas estampas suicidas.

Nacido en Patras (1870), descendiente de una familia cuyos orígenes se remontan al imperio Bizantino, vuelve a Atenas tras estudios de Medicina en París y Londres, y encuentra una nación en grave crisis de identidad. Los políticos se hunden con el país y el pueblo permanece impávido. Ante esta situación, Yannópoulos intenta reavivar el Helenismo sublimando los antiguos valores griegos ("Bellos dioses griegos [...] infundid vuestra bienaventurada gracia divina en el espíritu griego, para disipar la densa tiniebla que mantiene escondida la divina luz interior y exterior del griego"). Frustrado por la ineficacia de sus manifiestos, ya firma sus últimos poemas con la palabra "Muerte"...

Una mañana, después de quemar todos sus escritos, Periclís, que ha cumplido cuarenta años, alquila un carruaje para recorrer los 22 kilómetros de la antigua Vía Sacra. En las cercanías de Eleusis desengancha uno de los corceles, el blanco, y se lanza al galope hacia un mar encrespado por el viento. Cuando el caballo no puede avanzar más, se dispara un tiro con su revólver, convirtiéndose así en jinete de su propio apocalipsis.

Martha Rivera, poeta dominicana, le dedica un poema titulado "Por los caminos de Periclís Yannópoulos":

Bellísima en su sueño se tendió la mar…


(Odysseas Elytis)


…la mar en torno hasta el sol, muerte entre las muertes

(Costas Cariotakis)

Más lejos del mar cuando más cerca
(porque lejos del movimiento de la sombra
están los cuerpos que contemplan sus espejos).
Lejos de esa cifra de estrellas filosas,
caracoles de cristal,
peces blancos y dorados,
algas pequeñas que se ensartan
a los corales oscuros y monumentales,
mar que inventamos
para creernos salvados de lo que somos
entregado mi cuerpo al abandono de los barcos
cerca de olas que chocan en mi carne
y descienden lentamente
sin memoria sin olvido
olas que limpian mis pupilas de otros rostros
aguas espesas y negras
yo el cadáver azul
amanecido el pecho en el insomnio del faro
escuchando el sonido de un mar que me bebe
rota una estatua contra la pelvis
lámpara frágil que oscila entre el ser y el no ser
yo el cadáver azul soy río
y he descubierto al fin
que el mar siempre es ajeno.

2 comentarios:

Ramon Boixeda dijo...

Me fasciné por este poeta hace años, al leer lo que dice de él Herny Miller a El coloso de Marusi. Por desgracia no he encontrado nada suyo en español.
Enhorabuena por la entrada.

salut!

http://ramonboixeda.blogspot.com/2010/08/spetsai-nauplia-yannopoulos.html

francisco javier casado dijo...

jau ramón:

yo lo conocí a través de la "antología de poetas suicidas", de josé luis gallero, en donde viene apenas un fragmento de prosa poética y su biografía.

ciertamente, su obra parece inaccesible; aunque también es verdad que el acto poético de su muerte es difícil de superar con "meras palabras"...

un saludo y gracias por pasearte por aquí!