martes, 23 de febrero de 2010

norias muertas


mi padre conduce. no el coche actual sino el fiat antiguo. yo voy en los asientos de atrás como si aún no fuera lo suficientemente mayor. pero lo soy. vamos a entregar algo en un pueblo cercano, posiblemente unas fotos.

ya estoy casi dormida cuando entra en mi campo de visión una noria de feria rota en medio de un campo de tierra y arbustos. es increíble, siempre me han impresionado las norias, pero ver una así, fuera de uso y de contexto, resulta inquietante.

quiero que pare el coche, pero no me hace falta decir nada porque a los pocos metros aparece otra noria doblada por la mitad y con todos los asientos desencajados. al instante otra y después otra (...)

el paisaje es desolador; pero al mismo tiempo hermoso de una manera incalculable; al menos a mí no me caben los números en las manos. miro hacia atrás con los ojos muy abiertos para abarcar el bosque de hierros cruzados y círculos gigantes. ante la perplejidad, mi padre, que tiene respuesta para todo, rompe el silencio para determinar que debe tratarse de un cementerio de norias.

así es mi subconsciente: siempre tiene una metáfora brillante para lo que yo ni siquiera soy capaz de vislumbrar.

(Ruth Prado)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias, fran.

francisco javier casado dijo...

gracias a ti (y a tu subconsciente) por tu imaginario!!