jueves, 31 de mayo de 2012

de neurastenia

UNA VOZ

(LA taquicardia martillea
—remedo agónico de vida.
En el garrote, la disnea
apaña el dogal homicida).

—Amigo, es hora de ser fuerte.
Es hora de claudicar.
No hay más dios —¡dilo!— que la muerte
—descomponerse, descansar.

Pero si no tienes el ánimo
propicio a tal desasimiento...
Espera de Dios, que es magnánimo,
la eternidad del sufrimiento.

(Juan José Domenchina)

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